Psicologia clínica: Hipocondría
¿Qué es la hipocondría?
La hipocondría se caracteriza por el miedo y la preocupación a padecer algún tipo de enfermedad. La persona con hipocondría tiene la convicción de tener un elevado riesgo a enfermar e interpreta las sensaciones corporales u otros signos que aparecen en el cuerpo como señal de que está padeciendo la enfermedad temida. Por ejemplo, puede interpretar los latidos del corazón como señal de que le ocurre grave, o bien experimentar sensaciones físicas no muy claras.
¿Cómo actúa un hipocondríaco?
El temor a padecer algún tipo de enfermedad, conduce a las personas con hipocondría a consultar constantemente a los médicos. Sin embargo, a pesar de que éstos les aseguren que no tienen nada, se pueden tranquilizar un rato, pero su preocupación vuelve a persistir. Asimismo, en ocasiones, evitan el contacto con los profesionales de la salud para no enfrentarse a la posibilidad de que les digan que están realmente enfermos.
¿Cómo podemos ayudar a una persona que padece hipocondría?
- Es importante que la persona reconozca su preocupación excesiva por la enfermedad. No reconocerla, puede inducir a estar constantemente en un estado permanente de ansiedad y angustia, lo que puede afectar a la propia calidad de vida y al entorno familiar y social.
- Se debe tener en cuenta que el estado permanente de ansiedad puede inducir a un malestar continuado, por lo que las propias consecuencias negativas de la hipocondría condicionan e imposibilitan la mejora de la persona.
- Confiar en la ayuda de un psicólogo: un apoyo psicoterapéutico puede ayudar a exponer y compartir los temores y calmar el estado de ansiedad.
El primer paso es reconocer la hipocondría. Es importante que veamos las consecuencias negativas de ello: si continuamos padeciendo angustia y sufrimiento por temor a enfermar, esto puede afectar a nuestra propia calidad de vida, a la salud, a las relaciones sociales y familiares y a nuestro entorno en general, causando sufrimiento continuado.
Por ese motivo, detectar la enfermedad de manera temprana y buscar soluciones para combatirla es, precisamente, lo que evitará en un futuro que la persona padezca un deterioro de la calidad de vida, impidiendo, de este modo, la cronificación de la angustia y el sufrimiento, con las consecuencias que ello conlleva.
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