Alcoholismo o consumo social de alcohol
El alcoholismo es una enfermedad producida por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas, lo cual interfiere en la salud física, mental, social y/o familiar, así como en las responsabilidades laborales, sociales y familiares.
Por eso podemos considerar el alcoholismo como un/a:
– Deseo insaciable: el deseo o necesidad fuerte y compulsiva de beber alcohol.
– Pérdida de control: la dificultad frecuente de parar de beber alcohol una vez la persona ha comenzado.
– Dependencia física: la aparición de síntomas y molestias físicas cuando, tras un periodo de consumo elevado, se deja de beber durante un período de tiempo, tales como vómitos, sudor, temblores, y ansiedad. Estos síntomas son usualmente aliviados cuando se vuelve a beber alcohol o se toma alguna otra droga sedante.
– Tolerancia: la necesidad de aumentar la cantidad de alcohol ingerida para sentirse bien o bien conseguir el mismo grado de intoxicación, “puntillo” o “borrachera”.
El alcoholismo es un problema que tiene poco que ver con el tipo de alcohol que se consume, cuanto tiempo se ha estado bebiendo, o la cantidad exacta de alcohol que se consume. Sin embargo, el alcoholismo tiene mucho que ver con la necesidad incontrolable de beber de la persona.
Esta definición de alcoholismo nos ayuda a entender porque para la mayoría de los alcohólicos un “poco de fuerza de voluntad” no es suficiente para dejar de beber.
El alcohólico/a se encuentra frecuentemente bajo el control de un deseo poderoso o necesidad de ingerir alcohol, una necesidad que puede pasar desapercibida en algunos momentos, o sentirse tan fuerte como la necesidad de agua o comida. A pesar de que algunas personas se pueden recuperar sin ayuda, la mayoría de las personas alcohólicas necesitan ayuda externa para recuperarse de esta enfermedad.
Existen diferentes grados de alcoholismo y no todos ellos tienen que ver con una pérdida de control desmesurada y diaria. No es necesario llegar a estados de embriaguez para tener un problema con el alcohol. Existen alcoholismos episódicos o de fines de semana en los que la persona presenta episodios de abuso y descontrol con la sustancia con diferentes frecuencias (fines de semana, quincenalmente, una vez al mes…). Este tipo de alcoholismo o de problemas con el consumo de alcohol también debe tenerse en consideración ya que pueden ocasionar graves consecuencias a la persona o su entorno, y pueden ir a más, convirtiéndose en problemas graves de dependencia o alcoholismo.
En general, como sucede con otras adicciones, las personas con problemas de abuso o adicción al alcohol suelen negar el problema, bien sea por falta de consciencia de la gravedad de su situación o por vergüenza. Además, a diferencia de otras drogas, el alcohol, al tratarse de una sustancia legal y socialmente aceptada, dificulta el proceso de reconocimiento y aceptación del problema con la sustancia.
El alcoholismo puede manifestarse con síntomas y signos sutiles durante sus fases iniciales. Las señales de alerta que nos indican que podemos hallarnos ante un caso de abuso o dependencia al alcohol son:
– Minimizar el consumo de alcohol que se tiene o bien, restarle importancia a lo que se está bebiendo.
– Negar consumos, beber solo o a escondidas
– Considerar bebidas alcohólicas como no alcohol por ser de graduaciones inferiores (vino, cerveza…)
– Beber de forma rápida y compulsiva
– Beber cuando uno se siente mal, tiene algún problema o bien está aburrido, como forma de paliar o soportar mejor ese malestar.
– Se rompe el contacto o se toma distancia de aquellas personas no consumidoras para poder relacionarse con personas que mantienen un consumo de alcohol similar al de uno mismo.
– Buscar excusas y justificar consumos de alcohol más allá de situaciones sociales.
Ante cualquier duda o señal de alerta, no dude en consultar o ponerse en manos de nuestros especialistas en adicciones.
Artículo escrito por Abigail Mora Sanz
Psicòloga General Sanitària y Forense
Núm col. 16.385
Psicología Giner
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